A lo largo de los siglos, “el cerebro humano ha evolucionado en un entorno marcadamente local y lineal mientras que ahora el mundo se ha convertido en un espacio global y exponencial”. Así de rotundos son Peter Diamandis y Steven Kotler en su interesante libro “The future is faster than you think” en relación a cómo el ser humano está expuesto a un nivel de transformación tecnológica jamás visto hasta la fecha en cuanto a su dimensión, velocidad e implicaciones.
Corrientes de tecnologías exponenciales, que básicamente son aquellas que duplican su poder de transformación mientras reducen su coste en ciclos de tiempo cada vez más cortos, suman ahora sus progresos individuales en una suerte de desarrollo colaborativo que permite acometer proyectos que hasta hace pocos años estaban más cercanos al ámbito de la ciencia ficción que de la realidad. Ejemplos de estas tecnologías exponenciales son: la computación cuántica, la Inteligencia Artificial, los sensores, las redes 5G, la nanotecnología, la biotecnología, la realidad virtual o aumentada, la impresión 3-D, etc…
En consecuencia, la escala de la disrupción digital incrementa notablemente en la medida que convergen diferentes tecnologías exponenciales. A más superposición de tecnologías, más nivel disruptivo. Los costes y los tiempos también se reducen de manera notable. Por ejemplo, el Human Genome Project que permitió descifrar la secuenciación del ADN humano 2001, tardó 10 años y gastó 100MM$ en alcanzar su objetivo. Hoy, compañías como Illumina pueden realizar lo mismo en 1-2 horas aproximadamente y por solo 100$. Esta secuenciación del ADN, más rápida y económica, es un auténtico gamechanger, una completa revolución, en el sector sanitario que abre puertas al cuidado personalizado que hasta entonces no se podía considerar.
Y el grado de aceleración y transformación que estas tecnologías exponenciales imprimen en la sociedad no hace sino aumentar. ¿Cuáles son las principales causas de esa aceleración? Básicamente, tres grandes líneas dan respuesta a esa pregunta:
- El notable incremento de la capacidad de computación que permite acometer tareas que antes no se podían acometer.
- La convergencia (anteriormente citada) de diversas tecnologías exponenciales potenciando el desempeño combinado de las mismas.
- Además, hay un tercer driver impulsor en forma de un conjunto de 7 fuerzas que son, en buena medida a su vez, productos de las anteriores, y que actúan de elementos aceleradores:
- Ahorro de tiempo, como gran ventaja (tiempo=dinero)
- Disponibilidad de capital para financiar proyectos
- Desmonetización: lo que antes tenía un coste alto ahora es mucho menor o, directamente, inexistente
- Disponibilidad de más talento humano
- Abundancia de formas de comunicación
- Aparición/posibilidad de nuevos modelos de negocio
- Mayor esperanza de vida
En definitiva, no es descabellado sostener que “en los próximos 100 años asistiremos, como sociedad, a más innovación tecnológica que en los últimos 20.000“ como afirman los mismos autores anteriores. Lo que parece claro es que nuestra sociedad estará expuesta a un constante cambio de paradigma en la medida en que la rapidez del desarrollo de las tecnologías exponenciales se acelera de manera muy significativa. Y todo esto nos planteará inciertos pero apasionantes retos de cara al futuro.
